Domingo Echevarría Pareja: El pincel barroco de la escuela granadina

0
1814

José Carlos Botto Cayo

Domingo Echavarría, también conocido como Chavarito, fue un pintor y grabador español de la escuela granadina que se destacó en el arte barroco de su época. Originario de Huéscar, Granada, Echavarría se convirtió en un exponente significativo de la pintura andaluza, continuando la tradición artística de Alonso Cano hasta mediados del siglo XVIII.

La obra de Echavarría abarca una amplia gama de temas y técnicas, incluyendo pinturas religiosas, retratos, frescos y grabados. Entre sus trabajos más notables se encuentran la serie de lienzos sobre la vida de Santa Teresa, las pinturas del antecamarín de la Virgen del Rosario en la iglesia de Santo Domingo, y el retrato ecuestre de Carlos III niño para la Real Maestranza de Caballería. Su estilo combina elementos de la tradición granadina con influencias flamencas e italianas, reflejando tanto su formación local como su experiencia en Italia.

Infancia y formación artística

Domingo Echevarría Pareja, conocido como Chavarito, nació el 12 de diciembre de 1662 en Huéscar, un pueblo situado al norte de la provincia de Granada, España. Proveniente de una familia humilde, Echevarría pasó sus primeros años en su localidad natal antes de emprender un viaje que marcaría el rumbo de su carrera artística.

A la edad de catorce años, en 1676, el joven Echevarría se trasladó a la ciudad de Granada. Este movimiento, probablemente realizado en solitario, tenía como objetivo sumergirse en el ambiente artístico de la capital granadina e imbuirse del arte de Alonso Cano, fallecido nueve años antes. La influencia de Cano en la escuela granadina era aún palpable y se convertiría en un pilar fundamental en la formación de Echevarría.

En Granada, Echevarría entró en contacto con el taller de José Risueño, quien se convertiría en su maestro y figura clave en su desarrollo artístico. La relación con Risueño no se limitó al ámbito profesional, sino que se extendió al círculo familiar del maestro. Esta conexión proporcionó a Echevarría no solo una formación técnica, sino también una red de contactos en el mundo artístico granadino.

Los primeros años de formación de Echevarría fueron productivos. Ya en esta etapa temprana recibió encargos, como el San Antonio para la iglesia parroquial de Alfacar, donde demostró notables cualidades en el dibujo. Además, se cree que colaboró con Risueño en varios proyectos, incluyendo tres lienzos de la serie mercedaria que actualmente se encuentran en el Museo de Bellas Artes de Granada. Estos trabajos, que se pueden fechar hacia finales del siglo XVII, muestran la evolución de Echevarría de aprendiz a pintor formado, capaz de asumir encargos propios.

Estilo e influencias artísticas

El estilo pictórico de Domingo Echevarría Pareja evolucionó a lo largo de su carrera, fusionando elementos de la tradición granadina con influencias flamencas e italianas. Su formación inicial en Granada, bajo la tutela de José Risueño, le proporcionó una sólida base en la escuela local, caracterizada por la herencia de Alonso Cano.

Un punto de inflexión en el desarrollo artístico de Echevarría fue su viaje a Italia, que se estima ocurrió entre 1708 y 1711. Aunque no se ha documentado con precisión, este período en Italia marcó un giro significativo en su obra, tanto en técnica como en color. Se cree que durante su estancia italiana se formó con Benedetto Lutti, un reconocido pintor al fresco, óleo y pastel, además de grabador. Esta experiencia enriqueció notablemente la paleta y el estilo de Echevarría.

La influencia flamenca en la obra de Echevarría es evidente, especialmente en su uso de la estampa como fuente de inspiración. Esto se refleja claramente en su serie de cinco lienzos sobre la vida de Santa Teresa, pintados entre 1712 y 1715, donde se inspiró en estampas de Adrian Collaert y Cornelio Galle. Esta serie demuestra la habilidad de Echevarría para adaptar y reinterpretar fuentes visuales extranjeras dentro del contexto de la pintura española.

El estilo maduro de Echevarría se caracteriza por la belleza y soltura de su dibujo, una rica paleta cromática que combina elementos granadinos con matices italianos, y una variedad iconográfica notable. Su obra cumbre, la Alegoría de la Orden Dominicana para la iglesia de Santo Domingo en Granada, realizada hacia 1730, ejemplifica estas cualidades. En este trabajo, Echevarría demostró su maestría en la composición, el manejo del color y la integración de diversas influencias artísticas, consolidando su posición como uno de los pintores más destacados de la escuela granadina de su tiempo.

Obras destacadas y reconocimiento

Entre las obras más notables de Domingo Echevarría Pareja se encuentra la serie de cinco lienzos sobre la vida de Santa Teresa, realizada entre 1712 y 1715. Esta serie, actualmente en el Museo de Bellas Artes de Granada, destaca por su composición ingeniosa y su inspiración en estampas flamencas, demostrando la habilidad de Echevarría para adaptar influencias extranjeras a su estilo personal.

Otro proyecto significativo en la carrera de Echevarría fue la creación de dos medios puntos para completar el ciclo eucarístico de la iglesia de la Magdalena en Granada. Aunque estas obras eran copias basadas en Rubens, Echevarría logró incorporar elementos de interés propios. Entre 1722 y 1727, el artista produjo una de sus obras más originales: el retrato ecuestre de Carlos III niño para la Real Maestranza de Caballería, una pieza que resalta su versatilidad y dominio técnico.

El punto culminante de la carrera de Echevarría llegó con los trabajos realizados para la Orden Dominicana en la iglesia de Santo Domingo, iniciados alrededor de 1730. Este ambicioso proyecto incluyó la decoración del antecamarín, frescos en las capillas laterales y el imponente lienzo de la Alegoría de la Orden Dominicana. Esta última obra es considerada la síntesis de su labor pictórica, donde Echevarría desplegó toda su maestría en dibujo, color y composición.

El reconocimiento de Echevarría en su época se refleja en la multiplicación de encargos tras su regreso de Italia. Su nombramiento como albacea del testamento de su maestro José Risueño en 1732 subraya el respeto que había ganado en el círculo artístico granadino. Aunque no se tienen registros de premios formales, la constante demanda de su trabajo y la confianza depositada en él para proyectos importantes en iglesias y para la nobleza son testimonio de su prestigio y habilidad reconocida en su tiempo.

Legado y últimos años

Domingo Echevarría Pareja se mantuvo activo hasta sus últimos años, continuando con su labor artística y consolidando su posición como uno de los pintores más respetados de Granada. Su trabajo en la iglesia de Santo Domingo, especialmente la Alegoría de la Orden Dominicana, realizada en sus años de madurez, se considera la culminación de su carrera y una obra que sintetiza su estilo y habilidades técnicas.

A lo largo de su vida, Echevarría no solo se dedicó a la pintura, sino que también incursionó en el grabado. Se le conoce al menos un aguafuerte firmado, representando a San Cosme y San Damián, y se documenta la confección de una lámina con la imagen de la Virgen de las Angustias en 1704. Esta faceta de su trabajo, aunque menos conocida, demuestra su versatilidad como artista y su dominio de diferentes técnicas.

Echevarría falleció en Granada el 6 de agosto de 1751, a la avanzada edad de 89 años. Hasta el final de sus días, mantuvo con dignidad y coherencia los ideales estéticos de la escuela granadina, sirviendo como puente entre las tradiciones del siglo XVII y las nuevas tendencias que surgían a mediados del XVIII. Su longevidad le permitió ser testigo y partícipe de importantes cambios en el panorama artístico de su tiempo.

El legado de Echevarría se extiende más allá de sus obras. Como uno de los últimos representantes significativos de la escuela granadina de pintura barroca, su trabajo sirvió de inspiración y referencia para generaciones posteriores de artistas. Su habilidad para integrar influencias diversas mientras mantenía un estilo distintivo y arraigado en la tradición local, lo convierte en una figura clave para entender la evolución de la pintura española en la transición del siglo XVII al XVIII.

 

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here