«Ocurre a veces que, en un embeleso indefinible, el poder de nuestros sentidos supera todo lo que sabemos. El saber se disipa como un sueño, y henos ahí transportados a un país completamente incógnito en que, hablándose una lengua ignorada, el lenguaje para nosotros solo fuera sonoridades, ritmos, timbres, acentos, sorpresas del oído; así cuando los objetos pierden de repente todo valor humano y social y el alma pertenece únicamente al mundo de los ojos. Entonces, para la duración de un tiempo que tiene límites y carece de medidas (porque lo que fue, lo que será, lo que debe ser no son más que signos vanos), yo soy lo que soy, yo soy lo que veo, presente y ausente sobre el puente de Londres».
– Paul Valéry